El oráculo
El oráculo
lo traspasa todo,
el fin
es el reflejo del principio.
Como si
un espejo
tuviese dos caras
y ambas viesen.
En la intersección
de los instantes
se evidencia
el enigma.
Sol
Sol, ¿me habrás
robado tu los ojos
o yo a ti
en el abrir y cerrar de ojos
en el que, extinto,
ya no me incumba el universo?
Ahora
Ahora.
Ahora es hace tiempo.
Ahora:
septiembre,
media tarde.
Olor
a ceniza caliente.
Como si yo,
incinerado hoy,
fuese esa ceniza.
¿Estoy ahí?
¿No soy yo?
Redonda como un plato
y cargada de manzanas,
de peras,
la luz.
Soy.
Estoy ahí con las flores.
Pestañas de los girasoles,
semillas
en su pupila:
ojos,
muy cerca de mis ojos.
¿Ya no estoy?
Días del hombre
en esta oscuridad de bronce,
un relámpago.
Ahora:
un septiembre
a media tarde.
AHORA
es hace tiempo.
En la falla del tiempo
estaba un pensamiento,
hasta que el horror de la eternidad
lo volteó.
Lo que sigue
no es sueño,
sino esqueleto.
Pero eso lo saben
los avisados.